Dos vidas paralelas que se solapan un tiempo determinado; justo cuando la destinada al fracaso asciende y la destinada a la gloria desciende...
... y es en ese preciso momento, el punto medio de la narración (como diría el gurú del guión, Syd Field), cuando Andrew Niccol, el director, nos premia con un plano sobresaliente, no tanto por la factura o complejidad del mismo, sino por el uso que hace de las herramientas fílmicas en ese preciso instante. Es el cambio de foco que se marca el amigo, con Ethan Hawke (el no-válido) subiendo las escaleras y en primer término y Jude Law (el válido) postrado en su silla de ruedas y en segundo término, con lo que el enfocado se va desenfocando mientras el desenfocado se va poco a poco enfocando. Espectacular.
Una reflexión muy interesante acerca de un futuro más que probable. Además, en un sentido metafórico aplicable a cualquier época.
Leí por algún sitio que el film se considera una "distopía transhumanista" y como no tenía ni idea de lo que significaba me informé un poco y me pareció una definición muy acertada. El transhumanismo es un concepto filosófico que se apoya en las nuevas ciencias y tecnologías para mejorar las capacidades físicas y mentales del ser humano. Una "distopía" vendría a ser el antónimo de utopía, es decir, la realidad transcurre en términos opuestos a una sociedad ideal.
Envuelto en todo este contexto nos encontramos, además, con el tema más estimulante para el espectador ambicioso: el afán de superación.