Solo conozco un par de películas en toda la historia del cine que no tengan un protagonista definido. Ésta es una de ellas. Dato anecdótico, sí, pero también acorde con todo lo que envuelve al film, pues los Coen pretendían (y consiguieron) a parte de narrar una historia fantástica de la cual ahora daremos alguna pincelada que otra, concebirla conceptualmente como un ejercicio anti-cine.
La historia no es coral, paradigmática ni episódica, de hecho ni siquiera hay tramas y los personajes ni toman decisiones, ni hacen avanzar la acción, ni el espectador ve el relato a través de los ojos de ninguno. El espectador es un simple observador de los hechos que van transcurriendo a base de "golpes" (situaciones que se van dando) en forma de bola de nieve sin sentido ni patrón. Todo ello refuerza el estilo realista que los directores querían imprimir y por causalidad (no casual) inventan un nuevo género: el docudrama. Para más inri, al principio de los créditos nos indican que es una "película basada en hechos reales", pero no es más que una broma de los Coen.
Una de tantas, ya que es algo que les caracteriza en toda su filmografía. Con respecto a "El gran Lebowsky" por ejemplo, un periodista les preguntó qué cuál era la función del personaje de Donny afirmando que no aportaba nada a la historia y que si lo hubieran suprimido del guión no habría cambiado lo más mínimo. Los Coen contestaron: "Es el único de los tres que sabe jugar a los bolos".
Volviendo a Fargo... hay una escena, ya bien avanzada la película, en la que Frances McDormand se reencuentra con un compañero de la escuela, se toman un café, hablan de los viejos tiempos y terminamos descubriendo que el hombre tiene serios problemas mentales. Es una escena aislada que no tiene absolutamente nada que ver con ningún personaje, ninguna pseudotrama y no incide directa ni indirectamente ni antes ni después en ningún acontecimiento. Es lo que se conoce técnicamente como una "digresión argumental", aquí utilizada a conciencia con el fin de subrayar el ya mencionado realismo.
No se que cineasta dijo: "La imagen al servicio del guión".
Aquí los Coen también alcanzan la gloria, pues filmaron todos y cada uno de los planos estáticos, sin movimiento, transmitiendo esa sobriedad propia de la realidad-realismo-documental-docudrama... y únicamente se valieron de un trípode.
Una anécdota y terminamos: es el guiño que le hacen los hermanos bromistas a "Psicosis" en múltiples ocasiones a lo largo del film. Una de ellas es el hecho de que el marido de la mujer policía se llame "Norm" y le guste disecar animales; como a Norman Bates, of course. Y la segunda es la famosa escena de la ducha; aquí, una vez más, dándole otra vuelta de tuerca inesperada y sorprendente.
El pseudoprotagonista vendedor de coches, que más bien es un antagonista- antihéroe, pusilánime y patético "protagoniza" (esta vez sí) la última escena en la que le detienen por sus descerebradas acciones y se echa a llorar como un niño; algo que resulta trágico, lúgubre y turbador y el espectador no siente lo que debería: "una catarsis" (para bien o para mal). El espectador siente vergüenza ajena.
Sin duda, un metraje para paladares finos, cine para cinéfilos.